domingo, 18 de octubre de 2020

Capítulo 15: El cagón.

Llevaba horas pendiente de cualquier movimiento sospechoso por parte de los malos pero no se movía nada. Estaba a punto de abandonar su posición de vigilancia cuando un ligero quejido llegó a sus oídos. Agudizó sus sentidos e intuyó que provenía de un callejón cercano. Tras unos contenedores apareció el protagonista de aquellos gritos, un cachorro de pastor alemán metido en una caja. El Superhéroe cogió al animal y lo miró sorprendido, y cuando hizo le hizo una pequeña caricia, el cachorro se volvió hacia él buscándole, lo que le sorprendió aún más. Decidió llevárselo, por lo menos hasta que le encontrase un hogar definitivo.

Cuando llegó a casa le buscó un sitio en la cocina cerca de un radiador para que estuviese caliente hasta que le pudiese preparar algo de comida. El superhéroe se desnudó allí mismo dejando la ropa en el suelo y se fue a la ducha.

Cuando volvió se dio cuenta de dos cosas. Que no debería dejar la ropa tirada, y que su nuevo amigo iba a necesitar aprender algunas normas. El traje de superhéroe había sido totalmente deshonrado. El cachorro se había dormido sobre él antes de redecorarlo con aguas menores y mayores. Qué majo el cagoncete.

domingo, 11 de octubre de 2020

Capítulo 14: Contra esto no se puede luchar.

Llevaba todo el día pintando la casa. No era muy grande pero sí que tenía demasiados trastos y moverlos todos solo para dejar una pared libre era pesado. Además, tapar para no manchar los muebles, cubrir los suelos, poner cintas de carrocero en puertas y rodapiés, y sube y baja por la escalera, y fíjate que está alto el techo y mira que está bajo el suelo…  Que pintar le llevaba demasiado tiempo, coña. Ya empezaba a estar un poquito hasta el gorro. Y todo ello le llevó al quid de la cuestión: parece mentira, pero para dedicarse al crimen tenía poca forma física… o sería que se estaba poniendo fondón… En fin, da igual. Cuando terminase el asunto se enfundaría el traje y a luchar contra los malhechores. Que no se diga.

Se pegó una ducha para quitarse los restos de pintura y la peste a “hombre” y comenzó a vestirse. Se sentó en la cama para ponerse el trajecito de super y esa fue su perdición ¿Había algo más atrayente que una cama blandita, con sus sábanas limpias, oliendo a fresco o a lo que quiera que huelan las sábanas limpias? Pasó la mano a modo de caricia por encima de la ropa de cama y fue como una atracción fatal. Empezó a caer en una especie de borrachera, como si un canto de sirena emanase de su cama. Y fue sucumbiendo poco a poco, pese a sus intentos por zafarse. —Nooo… debo ir a por los malooos…— decía entre dientes, mientras los ojos se le iban cerrando irremediablemente. Y ya las últimas palabras fueron proféticas de lo que iba a suceder en segundos: —A la mierda el crimen—dijo mientras se agarraba a la almohada como si no hubiese un mañana al tiempo que una sonrisa de satisfacción apareció en su boca. Definitivamente los malos tenían por delante toda una noche para campar a sus anchas. Y los vecinos para oírle roncar.

martes, 6 de octubre de 2020

Capítulo 13: A otra cosa mariposa.

No se esperaba aquella visión. Ver al sospechoso muerto y bien muerto, o sea totalmente seco, como la mojama, más tieso que un palo, más que la rodilla de un playmobil... bueno, pues eso: cadáver. Comenzó a tararear aquello de Otro más que muerde el polvo de la Reina, aunque este no lo había provocado él. No entendía cómo podía haber pasado, solo habían transcurrido unos minutos desde que el, ahora, finado se puso en contacto con él  para decirle cara a cara quién había sido el que había robado del Museo Metropolitano la famosa joya “El Jaguar Moteado Nebuloso”, pieza de incalculable valor.  Y aquí estaba mirándole cuando oyó de lejos la sirena de la policía acercarse. Decidió irse, básicamente por dos cuestiones. La primera, que si le pillaban allí tendría que dar demasiadas explicaciones y, sinceramente, tenía pocas respuestas. Y la segunda, que si había muerto su confidente ya no había pistas y, por tanto, nada más que hacer. Así que a la mierda la víctima y la joya, que se ocupase la policía que cobraba por ello. Ahora se pasaría por la Casa del Donut a tomar algo y evadirse. A otra cosa mariposa y a otra puerta que esta no se abre ¡ea!

Capítulo 12: La vida te da sorpresas.

Oyó los gritos desde el otro lado de la calle — ¡Por favor, no me pegue! ¡No me pegue más!—  El Superhéroe corrió raudo a la ayuda del necesitado mientras seguía escuchando las voces de auxilio. Esperaba llegar antes de que fuese tarde. Al fondo veía las sombras de dos figuras, una de pie dando golpes y otra medio tendida en el suelo protegiéndose de ellos. Apretó el paso todo lo que pudo, dudaba de llegar a tiempo. La figura del suelo seguía pidiendo auxilio ante la tanda de golpes que se estaba llevando. Cuando llegó a la escena del crimen su sorpresa fue mayúscula. En el suelo, un hombre con moratones en la cara y sin suficientes brazos para poder taparse los embates. De pie, una señora mayor que no paraba de darle con el bolso. El Superhéroe se quedó patidifuso, no sabía cómo digerir aquello ¿Qué leches estaba pasando allí? (Aparte de las leches que se estaba llevando el interfecto).

En ese momento el hombre le vio y le imploró ayuda:

—Por favor, quíteme a esta mujer de encima.

El Superhéroe hizo un rápido movimiento hacia la mujer cuando ésta se volvió hacia él, más rápido aun, soltándole tan tremendo bolsazo que lo tumbó.

— ¿Tú también quieres mi bolso? Pues ven a por él. Si es que te atreves.

Atónito por el golpe y la situación tan extraña le espetó: —Señora ¿qué está haciendo? Solo trato de ayudar.

Lo miró con cara de pocos amigos y le dijo:

— ¿Ayudar? ¿A quién? ¿A este imbécil que ha tratado de robarme el bolso? y tú dices que vienes a ayudar. ¿Crees que necesito ayuda? ¿Ayuda de quién, de un hortera con mallas?

—A ver señora, que no hay que faltar al respeto. Solo he venido a imponer orden y…

La mujer lo estaba asesinando con la mirada por lo que el Superhéroe optó por callar mientras la observaba como se recomponía el vestido antes de irse calle abajo. Estupefacto  por lo que acababa de vivir se levantó aún algo aturdido por el golpe mientras pensaba ¿qué coño llevaba esa mujer en el bolso? Miró al pobre diablo y este le devolvió la mirada dándole un gracias que casi no le salió del cuerpo. El Superhéroe estuvo a punto a decirle algo así como “eres un gilipollas” pero se lo pensó. Para qué, si se había llevado la paliza de su vida. Y se fue tratando todavía de poner algo de orden al momento tan raro que acababa de vivir.

Capítulo 11: Encuentro casual

Estaba llegando a casa cuando casi se encuentra con ella, y con aquellos ojos que habían provocado una bofetada inmisericorde y la pérdida de un diente la noche anterior. Se escondió en un callejón, tenía que evitar que le viese vestido con el traje de superhéroe. Con aquella malla no quedaba muy sexy, e iniciar una conversación de esa guisa con alguien para tratar de salir como que no. Además, a ver cómo le explicaba que aquella sonrisa perfecta que la había impresionado habría de volver al consultorio con un diente menos. Y mira que le había gustado la doctora pero, jolines, qué difícil parecía todo. Como diría Tonino “Me cago en el amor”. Volvió a observarla y la vio entrar en un portal cercano y, entones, cayó en la cuenta: ¡Vaya, vaya! el Superhéroe y la doctora eran vecinos. La cosa parecía mejorar. Sí, pero que no te vea con el trajecito que la jodes.