Llevaba horas pendiente de cualquier movimiento sospechoso por parte de los malos pero no se movía nada. Estaba a punto de abandonar su posición de vigilancia cuando un ligero quejido llegó a sus oídos. Agudizó sus sentidos e intuyó que provenía de un callejón cercano. Tras unos contenedores apareció el protagonista de aquellos gritos, un cachorro de pastor alemán metido en una caja. El Superhéroe cogió al animal y lo miró sorprendido, y cuando hizo le hizo una pequeña caricia, el cachorro se volvió hacia él buscándole, lo que le sorprendió aún más. Decidió llevárselo, por lo menos hasta que le encontrase un hogar definitivo.
Cuando llegó a casa le buscó un
sitio en la cocina cerca de un radiador para que estuviese caliente hasta que
le pudiese preparar algo de comida. El superhéroe se desnudó allí mismo dejando
la ropa en el suelo y se fue a la ducha.
Cuando volvió se dio cuenta de
dos cosas. Que no debería dejar la ropa tirada, y que su nuevo amigo iba a
necesitar aprender algunas normas. El traje de superhéroe había sido totalmente
deshonrado. El cachorro se había dormido sobre él antes de redecorarlo con
aguas menores y mayores. Qué majo el cagoncete.