Qué manera de sufrir,
Qué manera de palmar,
Qué manera de vencer,
Qué manera de morir,
Qué manera de subir y bajar,
Y qué manera de correr ¡jolines!... Y cómo no correr con
aquel rottweiler pegado a su culo.
Cómo era posible que aquello que iba tan bien, al final
hubiese salido tan mal. Porque en su cabeza el plan era perfecto. Y el plan era
que entraba en aquella nave, detenía a los malhechores y ponía en aviso a la
policía, pero cuando ya todo estaba casi acabado se encontró con el problema.
Sobre el terreno se había estrellado contra algo que no esperaba. Aquella fiera
no estaba en el plan. Pero ahí estaba, y vaya si estaba. Casi comiéndose su
culo con aquellos dientes afilados mientras lo perseguía por toda la nave. Pero
aquello estaba siendo ridículo. Había podido con doce o catorces maleantes pero
no con este chucho con dientes.
Y en esas estaban superhéroe y can, hasta que el primero de
un salto se subió a una gran pila de paquetes dejando al animalito compuesto y
sin culo de superhéroe que morder. Qué manera de hacer el indio, por favor. A
ver qué se le ocurría para salir de semejante situación. De momento, iba a
tratar de recuperar el resuello, e iría pensando en cómo perder algún kilito.
Las carreras con el perro le habían mostrado la evidencia.
Motivos de un
sentimiento. Joaquín Sabina