miércoles, 9 de diciembre de 2020

Capítulo 19: Encuentro imprevisto

Sacó al cachorro a la calle. Empezaban las clases de urbanidad. Ya era hora de que dejase de comer zapatillas y cagarse en todos los rincones de la casa. Un superhéroe no podía estar perdiendo el tiempo haciendo de niñera. Le había comprado una correa que, para suplicio del animal, era más grande que él y lo llevaba casi a rastras por la calle. Al mismo tiempo no paraba de hablar con el chucho, como si pudiera entenderle, y el propio perro lo miraba con cara de ¿qué coño me estás diciendo?

Y en esas estaban el superhéroe y el cachorro cuando una voz burlona sonó a su espalda.

  — ¿Tú no has tenido antes un perro, verdad?

El superhéroe se volvió sorprendido, y aún más se sorprendió cuando vio quién le hablaba: la doctora de urgencias que le había trastocado días atrás. Y, mira por dónde, también paseando a un perro. La gran diferencia es que su cachorro de pastor alemán casi cabía en la boca del gran danés de la doctora.

El superhéroe no atinó a juntar las palabras adecuadas para explicarse; que era verdad que no había tenido perro, que no eran horas para andar arriba y abajo con el animal, que estaba cansado...

La joven lo miraba con sorna. Le hacía gracia aquel tío, no sabía por qué pero algo le llamaba la atención.

 — ¿A qué te dedicas?— le espetó a bocajarro, pillando de nuevo al superhéroe fuera de juego.

 Él la miró estupefacto. Qué decir. ¿Que por el día trabaja en lo que sale y por la noche lucha contra el crimen? Pues no. Así que saltó con una gracia.

 — Pues ahora mismo tratando de enseñar al niño buenos modales pero no nos entendemos— dijo nerviosamente.

La doctora siguió mirándole mientras el superhéroe hacía más gestos que palabras salían por su boca. En definitiva, patético. Y hasta él mismo se dio cuenta de ello.

 —Hay que tener paciencia con ellos, terminan entendiendo lo que quieres decirle. Pronto verás resultados— afirmó ella.

En ese momento, el superhéroe miró hacia abajo y el cachorro se estaba meando en su zapato. La doctora soltó una carcajada y añadió:

  —Pero creo que hoy no va a ser— y prosiguió su paseo mientras se despedía con un ademán dejando al superhéroe chafado.

Él miró fijamente al perrillo y no le quedó otra que decirle:

 —Muchas gracias, pedorro ¿te has quedado a gusto?